El modelo de sociedad que poco a poco se va forjando -generado
entre otros motivos por la influencia de la tecnología- ha modificado
en gran medida la manera en la que vivimos, cómo trabajamos y en qué
ocupamos nuestro tiempo en el hogar. Los métodos de trabajo, las actividades
de ocio y las formas de acceder a la información son un buen ejemplo
de cómo han cambiado las cosas en la última década: ni
son exactamente iguales ni se llevan a cabo de la misma manera. Así,
con tanto cambio y con la vorágine que lleva aparejada la sociedad de
la información como concepto aplicado, los paradigmas procedimentales
y de actuación han cambiado en la misma medida en que la tecnología
se ha ido socializando y entrando en la vida común. Pero si hay algo
ciertamente destacable es la manera en que se ha visto transformado el concepto
de la vivienda, de lo que nos ha de proporcionar, de lo que ésta ha de
incluir y de los aspectos que ha de cubrir para poder satisfacer las necesidades
actuales.
Un nuevo concepto
Aunando estas aserciones es posible afirmar, aunque sea de manera
parcial, que el concepto de hábitat según la acepción más
tradicional de lugar de condiciones apropiadas para vivir, va cambiando paulatinamente
hacia una nueva concepción. Es decir, lo que hasta ahora había
sido entendido por ‘condiciones apropiadas’ evoluciona y escala un nivel. Lo
que hasta hace unos años era adecuado y conveniente, ha pasado en la
actualidad a ser lo básico y fundamental. Ahora las nuevas tendencias
en diseño arquitectónico, construcción e instalaciones
rehacen el concepto de habitar, haciendo que éste se desarrolle. Y en
este punto exacto donde se precisa un valor añadido real en la vivienda,
es donde entra de lleno la tecnología y su aplicación en el hogar.
Habitar en la actualidad
El hogar como hábitat destinado a cubrir unas necesidades
de forma idónea no es ni mucho menos algo novedoso. Desde siempre se
ha perseguido como precepto fundamental disponer de una vivienda con unas condiciones
de habitabilidad capaces de proporcionar una calidad de vida real. Pero si algo
diferencia a esta época de las pasadas, es la posibilidad de alcanzar
el hábitat idóneo, capaz, eficaz, provechoso, aprovechable e inteligente.
Y ésto se consigue con la creación de un sistema asentado sobre
la base que dispone la tecnología aplicada a la vivienda. Hoy por hoy
es completamente factible crear un hogar con una comodidad y confort casi inmejorables:
el aislamiento térmico y acústico, el acondicionamiento interior,
el control automático de las múltiples instalaciones, el empleo
sin limitaciones de las redes de comunicación, el acceso a los nuevos
modos de ocio asociados a la tecnología,… todo ello ayuda en gran
medida a que habitar no sea sólo ‘estar’ sino que sea posible evolucionar
hacia ‘estar, controlar y disfrutar’.
Las posibilidades de la domótica
La domótica es una herramienta casi insuperable para
que todo ésto que hace tiempo se planteaba como utópico, sea hoy
por hoy algo más que posible. La tecnología, los sistemas de gestión
y control y las redes de comunicación, todo ello en conjunción,
tratan de conseguir el hábitat perfecto. Y lo mejor de todo es que para
alcanzarlo, lo único que hay que hacer es desearlo. Lo que la domótica
como un todo representa, es posible implantarlo en las viviendas con un costo
tan bajo que sorprendería a más de uno. ¿Ventajas de su
implantación? Pues lo cierto es que son muchas, pero como resumen puede
afirmarse que el hogar ideal lo aproxima de buena manera al usuario final. Y
ésto ni es una ensoñación ni una entelequia, sino que es
de lo más real y alcanzable. En la actualidad es absolutamente factible
lograr un hogar tecnológicamente avanzado. Para ello se desarrolla, se
trabaja y se implanta la domótica. Empecemos por lo tanto a tomarla en
serio como una opción de presente y de futuro, y hagamos uso de ella.