La importancia de la iluminación va más allá
de cualquier visión estrictamente conceptual. Iluminar es algo más
que proporcionar luz, trascendiendo el concepto de la artificialidad por naturaleza.
Diseñar, modelar, convertir, dirigir, manejar y aplicar la luz correctamente
son los preceptos básicos de las técnicas iluminativas actuales,
capaces de tratar tanto la luz natural como la artificial de la misma manera
en la que se manipula un material tangible. Si bien es cierto que el objetivo
primero de la iluminación es hacer posible la visión, la excelencia
de las luces en la arquitectura ha adquirido un grado de evolución que
lo aleja de ese primer paradigma definitorio. Le Corbusier afirmaba que la arquitectura
dispone de un componente esencial: la actuación de la luz sobre los volúmenes
habitados. Y hoy por hoy el uso de la luz en los modelos arquitectónicos
forma parte del propio proyecto, de la ejecución y del hábitat
que se crea dentro y fuera de la edificación.
El tiempo que las personas pasamos en el interior de los edificios
es cada vez mayor. Para trabajar, para disfrutar, para relacionarnos, para vivir…
nuestra existencia se lleva a cabo en gran medida dentro de las edificaciones.
El empleo de la vista de manera intensa y continua requiere una iluminación
eficaz para conseguir un ambiente óptimo de cara a reducir el esfuerzo
visual. Por su parte, la creación de ese ambiente válido requiere
la convergencia de los factores estéticos -material, textura, posición,
color- y de los elementos lumínicos y funcionales -luz natural y artificial
formalizada eficazmente-, de manera que el bienestar del usuario se convierta
en el eje sobre el que gire el diseño. Siendo así, la importancia
del entorno alcanza su grado máximo y es la gestión del espacio
y de la luz uno de los elementos modeladores del entorno eficiente, agradable,
confortable, vital y estético.
Los criterios artísticos y de diseño se asientan
sobre la base de investigación de la luz en el espacio. La creación
arquitectónica actual está fuertemente influida por el diseño
y el tratamiento lumínico del entorno, con el firme propósito
de trasladar desde fuera hacia adentro la condición de onda-corpúsculo
de la luz. Es por ello que los arquitectos actuales -aunque desafortunadamente
no todos los que sería deseable- investigan los matices lumínicos
del entorno de la ubicación potencial, para así emplear lo que
muchos expertos ya denominan ‘material-luz’: el manejo de la luz como un material
más que ha de acoplarse perfectamente a los perceptibles y físicamente
manipulables, enalteciendo lo visible en una sinergia progresiva y gradual.
Con estos preceptos de diseño queda patente que los requerimientos
lumínicos de una estancia están directa e indivisiblemente relacionados
con las condiciones estéticas y funcionales. Y es por ello que al acometer
un proyecto de alumbrado de interiores el tratamiento de la luz natural y la
selección, ubicación, método, color y orientación
de las fuentes de iluminación artificial, deben estar en firme compromiso
con la finalidad del recinto. Además, otros factores como la severidad
del trabajo visual, las limitaciones decorativas y las sempiternas condiciones
económicas, marcarán las necesidades, efectivos, restricciones
y los medios para lograr el fin perseguido.
Para ilustrar con ejemplos, el alumbrado arquitectónico
comprende las instalaciones necesarias para que los materiales de iluminación
artificial dejen de ser un accesorio, pasando a ser parte componente del mismo.
Independientemente de su ubicación y de su finalidad, la conjunción
entre estética y técnica debe estar siempre presente. Para ello
el conocimiento del material tangible ha de ser de extrema importancia, para
que la conjunción con el intangible conforme una alianza perfecta. La
iluminación arquitectónica abarca desde los alumbrados ocultos
hasta las ventanas artificiales, pasando por todo el muestrario de dispositivos
empotrados en el habitáculo tridimensional que envuelve el ambiente objetivo
del estudio.
Lo que puede aportar la Domotica en el uso de la luz como una
herramienta arquitectónica en este aspecto es principalmente en la creación
de “escenarios”, es decir configuraciones luminosas predefinidas,
cada uno a una “escena” distinta. Escenas típicas son “Escenario
Cine en Casa” que pone la lámpara del techo a 0%, los apliques
de la pared a 25% y bajan las persianas para evitar la iluminación exterior.
O un “Escenario de Cena” que pone la iluminación de la mesa
a 100%, los apliques en a pared a 50% y suben las persianas para permitir la
luz artificial nocturna de la calle entrar.